Saturday, March 10, 2001

Carnaval, CaRIOcas y Copacabana- Rio1

Un amigo que ha viajado por todo el mundo como piloto de Air France, me comentó que las tres ciudades más lindas del planeta no se encuentran en Europa ni en Norteamérica, sino en el hemisferio sur. Según él, son Sydney, en Australia; Ciudad del Cabo, en Sudáfrica, y Río de Janeiro, en Brasil. Para los cariocas, por supuesto, Río es la población más linda del mundo. No sin razón están muy orgullosos de esta villa, en la que, desde un principio, la majestuosidad de la naturaleza le ganó por adelantado en creatividad y esplendor al más talentoso y fantasioso de los arquitectos.

La urbe debe su nombre a su geografía, o, mejor dicho, a un error de apreciación geográfica del navegante portugués Andrés González, que al echar sus anclas en la bahía de Guananabara, el primero de enero de 1502, la confundió con la desembocadura de un río y bautizó el enclave como Rio de Janerio ("río de enero" en portugués). Así que si el respetable Don González hubiese llegado al lugar un día antes y reconocido correctamente la geografía carioca, a lo mejor la población se llamaría hoy "Bahía de Dezembro". Pero no fue hasta el primero de marzo de 1565 que se fundara la honorable villa de Sâo Sebastian de Rio de Janeiro, convertida en 1763 en la capital del Brasil. Mi visita coincidió con su cumpleaños 436, y pude ver cómo en numerosas iglesias del centro se ofrecieron misas a San Sebastián, santo del día y patrono de la ciudad.

También la palabra carioca, como se llama hoy a los habitantes de Río, tiene un origen singular: los indígenas de la tribu Tamoio, antiguos pobladores de la zona, llamaban "cari-oca" a las casas de los extraños o casas de los blancos, al referirse al nuevo asentamiento de los conquistadores europeos.

Pese a ser hoy una urbe de 8 millones de habitantes, Río no es la metrópoli más grande y rica del Brasil (sino, Sâo Paulo) ni tampoco es la capital (lo es Brasilia, desde 1960). Desde el punto de vista administrativo, es solo la cabecera de Estado Federal de Río de Janeiro de 15 millones de habitantes. Pero, sin duda, constituye la ciudad de mayor fascinación del país, la que posee ese "gancho" que la convierte en el indiscutible polo turístico del gran gigante sudamericano y sede de numerosos eventos internacionales. El hecho de que importantes empresas brasileñas, medios de difusión masiva y centros de convenciones se hayan asentado en Río, hacen que la urbe tenga una gran influencia en la vida socio-política, cultural y económica del país.

No conozco ninguna otra metrópoli del mundo con tanto derroche de atractivos geográficos. En Río convergen, al mismo tiempo, hermosas playas de blancas arenas, verdes colinas, morros de grises piedras de dimensiones colosales, lagos azules, traviesos riachuelos, brillantes cascadas, exuberantes bosques tropicales, impresionantes bahías, panorámicas ensenadas y amplios valles. El mundialmente famoso Cristo de Río, que abre sus brazos sobre la cúspide de la singular montaña del Corcovado, se alza en medio del Parque Nacional de Tijuca, la floresta urbana más grande del mundo, mientras que el Pan de Azúcar, otro gran símbolo de Río, desde donde se disfruta una espectacular vista de la ciudad, es también un gran regalo de la naturaleza. ¡Hasta las favelas se ven pintorescas en el fondo verde las colinas!

Copacabana, con el original mosaico de sus anchas aceras, resulta, sin equivocación, el balneario más famoso de Sudamérica. Es visitada anualmente por millones de turistas de todo el planeta, secundada por Ipanema y otras playas de la zona sur de la ciudad. Los alrededores de la urbe, también llenos de atractivos naturales, son ciertamente un gran complemento de esta metrópoli, cuyos pobladores poseen una inagotable creatividad y una gran alegría de vivir.

Durante su mundialmente famoso Carnaval, Río se viste de gala y su música contagiosa invade sus calles, mientras que una oleada de visitantes de todo Brasil y del extranjero se apresura a broncearse en sus playas y disfrutar del espectacular desfile de las escuelas de samba que tiene lugar durante tres noches en el Sambódromo, el gran templo del Carnaval carioca. Pese al fuerte calor del verano austral, que alcanzaba los 40º centígrados, tropecé con una heterogénea muchedumbre carnavalesca siempre dispuesta a bailar, divertirse y pasarla bien.

Río es famoso no solo por su belleza, sino también por su criminalidad. Alertado por amigos y familiares, me preparé tanto para una ciudad altamente peligrosa, que casi quedé "decepcionado" de no ver ningún asesinato o asalto armado en plena calle. En lugar de eso, me encontré con gentes simpáticas y alegres, pese a que la vida de los cariocas no es siempre fácil. Por lo demás, no creo que la urbe sea más peligrosa que Miami, Nueva York u otras grandes urbes latinoamericanas.

Pero Río es mucho más que Carnaval, Cariocas y Copacabana. Es un arco iris de razas, culturas y tradiciones que se han fusionado y enriquecido para formar lo que es hoy una de las metrópolis más llamativas del Planeta. La parte vieja de la villa guarda innumerables joyas históricas y arquitectónicas, modernos edificios e interesantes museos y centros culturales.

Creo que la mayor "peligrosidad" de Río no consiste en sus delincuentes callejeros, sino en su irresistible magnetismo que te asalta y te roba la voluntad de regresar a casa. Te dan ganas de sumergirte para siempre en ese mar de ritmos cariocas y quedarte prisionero de la samba entre el Pan de Azúcar, el Cristo del Corcovado, y las playas de Ipanema y Copacabana.

Marzo del 2001

1 Comments:

At 8:34 PM, Blogger Elizabeth Orlando said...

Te olvidaste de BA (Buenos Aires), te puedo asegurar que es realmente hermooooooooooooosaaaaaaaaaaaaaaaa.
Saludos desde Argentina
Elizabeth

 

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