Thursday, May 10, 2001

LECCIONES DE INGLÉS

"London is one of the biggest and most interesting cities in the world [...]" Así comienza la lección que encabeza el capítulo dedicado a Londres en mi viejo libro de inglés, que aún conservo desde los viejos tiempos de la Escuela de Idiomas en Santa Clara, mi ciudad natal.

Un reciente viaje a la capital británica me hizo transportarme a mi época de adolescente, hace exactamente 20 años, cuando al finalizar las clases en el preuniversitario, yo iba rápidamente para mi casa a bañarme, comer y seguir de prisa para la Escuela de Idiomas. Por aquella época también mis padres aprendieron el inglés y yo empecé a estudiarlo gracias a que mi madre me matriculó y me motivó a empezar las clases. La maravilla de poder hablar otro idioma, junto al hechizo de descubrir parajes lejanos en el contenido de las lecciones, se encargaron del resto. Fue así como Londres fue la primera ciudad extranjera que conocí mediante de aquellas lecturas. Por eso cuando me paseaba frente a la Westminster Abbey, Picadilly Circus o por Trafalgar Square con sus incansables bandadas de palomas, me parecía que estaba en un lugar familiar. Durante mis viejas lecciones de inglés, nunca sospeché que un día podría visitar Londres y ver "en vivo" los atractivos de la ciudad.

El deseo de ver "London by night", tal como lo veía en las ilustraciones de mi viejo libro, hizo que en la noche de mi llegada, pese al cansancio del viaje, siguiera para el centro de la ciudad, sin haberme quitado el polvo del camino. El panorama nocturno que se abrió ante mi vista al salir de la estación de Waterloo no me defraudó. Allí estaban los numerosos edificios públicos de la capital británica sobre los cuales se destacaba la enorme cúpula de Saint Paul Cathedral y, junto al Támesis, The House of the Parliament con la mundialmente famosa torre del Big Ben iluminados en todo su esplendor. Contrario a lo que yo pensaba, el Big Ben es solo la campana que lleva dentro el reloj y que suena cada cuarto de hora.

Al otro día, luego de recorrer el Tower Bridge y caminar por The Tower of London, dimos un viaje en barco hasta Westminster. Recordé una de las viejas lecciones que describe uno de estos paseos por el río: "This is the power station, which produces electricity for central London [...]" Pero ya los tiempos han cambiado. El antiguo edificio de la central eléctrica junto al río, es ahora The Tate Modern Gallery, inaugurada por la propia Reina Isabel, con exhibiciones de obras de arte moderno. Algo parecido pasa en París con el Musée d'Orsay, a la orilla del Sena, donde se exponen las colecciones modernas del Louvre en lo que era antes una terminal de trenes.

El estado del tiempo es algo que siempre preocupa a los ingleses, por eso una de las viejas lecciones decía: "It is a fine day today, there are some clouds in the sky, but the sun is shinin [...]" Durante mi viaje el tiempo fue más bueno de la cuenta, por lo que no pude ver la mundialmente famosa niebla de Londres ni sus persistentes lluvias; todo lo contrario. Tuve la increíble puntería de llegar en pleno verano con un sol resplandeciente y temperaturas de 28 grados. Toda la ciudad estaba volcada en los parques y plazas disfrutando de los rayos del astro rey. El Saint James Park, junto al Buckingham Palace, la residencia oficial de la Reina, estaba repleto de londinenses tumbados al sol. El calor que imperaba en la ciudad era tan intenso, que pese a estar la Reina en el palacio (como lo indicaba la bandera izada en el asta principal del edifico), en los jardines adyacentes había una atmósfera que más tenía que ver con las playas de Río de Janeiro que con el "Royal Palace". ¡Si me hubieran pronosticado que me iba a atrapar una insolación en pleno Londres, no lo hubiese creído! Las estatuas que adornan el Arco del Almirantazgo parecían derretirse bajo el sol resplandeciente y hasta el Almirante Nelson, desde lo alto de su columna en Trafalgar Square, custodiada por cuatro leones, parecía tentado a darse un buen chapuzón en las enormes fuentes de la Plaza.

Lo que no dice mi viejo libro, es que Londres no solo resulta una de las urbes más grandes del mundo, sino también una de las más caras. Los precios son los mismos que en Alemania, pero no en marcos, sino en libras esterlinas ¡Es decir, tres veces más altos! Paradójicamente, los grandes museos de la ciudad impagable de Europa son gratis y cualquiera tiene acceso a la National Gallery, la Tate Gallery o al mundialmente famoso British Museum.

Al asistir a la sala egipcia del British Museum reconocí "[...] the big stone beetle and the statues of an ancient Egyptian kings [...]", descritos en un diálogo de mis cursos de inglés. Visitando a Egipto el año anterior, tuve la impresión de que los ingleses y los franceses se habían dedicado a saquear los tesoros del viejo imperio de los faraones; mas esa afirmación no es correcta. Los británicos no despojaron al antiguo Egipto... solamente. También esquilaron los tesoros de Persia, la India, China, Mesopotamia, Siria, de la antigua Roma, Grecia y hasta de Corea. En sus salas se exhiben valiosísimas reliquias de las grandes civilizaciones de medio planeta. Muchos de los relieves y las esculturas del Partenón, de Atenas, se encuentran hoy en este museo, lo que ha dado lugar a no pocas tensiones entre Grecia y el Reino Unido, ahora que ambos países son miembros de la Unión Europea.

Tuve la gran suerte de entrar a la famosa "Circular Reading Room of the British Museum", sobre la cual había leído tanto, y valga la redundancia. Me llamó la atención que allí cuelga una foto de Carlos Marx. El filósofo comunista alemán y su compañero Federico Engels trabajaron innumerables jornadas en la sala de lectura del museo e, incluso, escribieron allí los capítulos principales de su obra cumbre: El Capital. Pese a encontrase en el corazón del primer país capitalista que tuvo el mundo (o precisamente por eso), la Reading Room es la cuna de la filosofía marxista. Luego Lenin y otros bolcheviques rusos también consultaron los numerosos libros que atesoraba la entonces sala de lectura más completa del orbe. A pesar de las diferencias ideológicas, a todos ellos se les considera y se les respeta en aquel lugar como grandes pensadores y filósofos. Mirando este singular reconocimiento a un “enemigo de clase”, recordé las palabras de José Martí, el Héroe Nacional Cubano: “Honrar honra”.

Hoy la Reading Room es una reliquia y en su lugar se abrió un nuevo edificio con la British Library. No obstante, se sigue cumpliendo el mismo principio de su fundador de "[...] darle la misma oportunidad al más pobre de los estudiantes o al hombre más rico del reino" de acceder a informaciones, y satisfacer su curiosidad y su afán de saber "[...] as far as books go".

Me asombró también el no encontrarme con una ciudad "very British" y conservadora, sino totalmente multicultural. En el underground londinense (el metro más antiguo del mundo) y en los famosos buses de dos pisos, se veían personas de las mas múltiples razas y culturas, muchas de ellas, provenientes de las antiguas colonias británicas. Un día en la City, el "financial centre of London", mientras almorzamos en un soleado mediodía, junto al Royal Stock Exchange, la bolsa de valores londinense, vimos cómo se reunían business people de todos los confines del mundo. Lo mismo ocurría en las calles de Soho, el barrio más cosmopolita de Londres. Allí hay cafés, restaurantes y espectáculos nocturnos para todos los gustos: desde la ópera hasta el stripe teas, pasando por numerosos musicals y The Trap (La Ratonera) de Agatha Christie, la obra de teatro que se presenta diariamente al público durante casi 50 años.

Para gran sorpresa mía, los ingleses "aún no han descubierto el agua tibia" en el sentido literal de la frase. En los baños hay una llave con agua fría congelada y otra con agua caliente hirviendo; pero no hay modo de mezclarlas, por lo que al lavarte las manos o tienes que usar agua helada o te quemas las manos.

Ese contraste entre tradiciones medievales y construcciones ultramodernas, lo conservador y lo liberal, lo conocido y lo novedoso, le da un toque variopinto a la gran urbe y hace que Londres sea digna de ser explorada, aunque por "razones de peso" no se pueda visitar todos los días. Sin duda, mi viejo libro está aún actualizado en un punto: la ciudad, que continúa creciendo al ritmo de las campanadas del Big Ben, sigue siendo "one of the biggest and most interesting cities in the world". Aun cuando sean muchas las aguas que han corrido bajo los puentes del Támesis desde los tiempos de mis viejas lecciones de inglés...

Mayo del 2001