Sunday, November 10, 2002

JUNGLA NOCTURNA - Sgp. 1

Siempre que oía hablar del Tigre de la Malasia venían a mi mente las aventuras de Sandokan, el intrépido personaje nacido en los libros de aventuras de Emilio Salgari. En mis años juveniles había devorado esas obras y disfrutado varias veces de las películas con las peripecias del legendario y exótico héroe, pero lo que tenía ahora frente a mí era un tigre de la Malasia verdadero, "de carne y hueso", salido no de las fantasías del conocido escritor italiano, sino de la oscuridad de la noche.

Habíamos llegado hasta allí luego de caminar por un largo y retorcido sendero dentro de la exuberante jungla nocturna, sorteando las guaridas de diferentes animales de la selva y ahora estaba cara a cara con uno de los felinos más hermosos y temerarios del orbe. A pocos metros de mí se encontraban cuatro enormes fieras dentro de la oscura vegetación, y al dar mi último paso me percaté de que casi junto a mis pies se hallaba un quinto tigre tendido en el suelo, quizás disfrutando de su sueño nocturno.

El más grande de los cinco felinos se trepó a una roca y clavó su mirada en la mía. Creí percibir un brillo salvaje en sus ojos. Sentía en medio de las penumbras el destello rojo en los ojos de esta fiera, que puede ver en la oscuridad seis veces mejor que un humano y es capaz de saltar tres metros para derribar a su presa de un solo zarpazo. Me invadió una sensación de curiosidad que era más fuerte que yo, y me quedé inmóvil, víctima del estremecimiento que ejercían en mí aquellos temidos rapaces. Era una situación muy poco común y a la vez verídica. No lo estaba soñando ni mis sentidos eran objeto de una ilusión óptica. Aquellos carniceros tan admirables como peligrosos estaban a breves pasos de mí bajo la luna ecuatorial.

El tigre de los impresionantes ojos se fue acercando muy lentamente, mientras yo continuaba quieto en mi lugar observando todos sus movimientos. De pronto, se oyó la caída de un pesado objeto, y el animal que estaba tendido en el suelo cerca de mí se levantó bruscamente en busca de algo. El rugido de otra fiera me explicó lo que ocurría: los dos carnívoros estaban riñendo entre sí por un enorme hueso que le habían tirado en ese momento desde lo alto de algún árbol. Las demás fieras abandonaron también la vegetación con esperanzas de obtener una tajada del recién lanzado botín. Mientras tanto "mi" felino y yo continuábamos contemplándonos hasta estar a pocos centímetros el uno del otro. ¡Nunca antes tuve tan cerca de mí al respetado tigre de la Malasia! Nos miramos durante mucho tiempo en silencio, estudiándonos con mucha curiosidad y, sobre todo, con paciencia, pues ambos sabíamos que entre nosotros se interponía... una enorme ventana de cristal. Estábamos en el zoológico nocturno de Singapur, el primero de su tipo en el mundo.

La mayoría de los animales tienen hábitos nocturnos. Duermen en sus guaridas por el día y son más activos durante las horas de oscuridad, en que salen a comer, cazar o simplemente a jugar. Por eso surgió la idea de este parque "al revés", construido en 40 hectáreas de selva ecuatorial, que abrió su puertas el 3 de mayo de 1994, luego de un costoso y amplio programa de inversiones. En esta jungla nocturna (más grande que el zoológico diurno de esta ciudad-estado del Lejano Oriente) pueden apreciarse alrededor de 1 200 animales de 110 especies exóticas, muchos de las cuales hacen aquí su "debut". Entre los animales exóticos que se exhiben, se encuentran la hiena parda, el rinoceronte de un solo cuerno, el chacal dorado, el bongo africano y la manta azul. La privilegiada posición geográfica de Singapur junto a Malasia en la zona ecuatorial, hace que no solo el ya antes mencionado tigre se sintiera como "en casa", sino también búfalos, osos hormigueros, jirafas, elefantes y otras especies procedentes de Indochina y África.

Los animales se encuentran en su medio natural y pueden ser "descubiertos" desde vagones que recorren el recinto de manera silenciosa o caminando por un serpenteante sendero que atraviesa todo el parque. Las guaridas de los animales se encuentran discretamente iluminadas por un sistema de luces "teatrales", concebido para no entorpecer el desarrollo normal de la vida salvaje. Así pudimos ver a un pequeño elefantito jugando plácidamente con su mamá desde la tranquila intimidad de quien no se siente observado.

Los animales inofensivos se encuentran "al alcance de la mano", como ocurre con distintos tipos de venados, ardillas y hasta murciélagos. Estos últimos se encuentran colgando de forma en el medio del camino, pues es precisamente allí donde reciben su alimento. Fue muy impresionante ver una aglomeración de murciélagos pasar volando muy veloz unos centímetros encima de nuestras cabezas... ¡Creo que prefiero a los tigres!

Me llamaron la atención el cocodrilo asiático, mucho más pequeño y de mandíbulas menos potentes que sus "colegas" cubanos, y las nutrias, que retozaban despreocupadas en los estanques del parque y jugaban entre sí como colegialas. Más allá una sinfonía de cocuyos emitía sus luces en la oscuridad de la noche, y las jirafas -el animal terrestre de mayor estatura- caminaban por una pequeña llanura, mientras las aguas de una charca cercana reflejaban sus largos cuellos.

Por último, me fue revelado el secreto de la presencia de los tigres de la Malasia y otros animales "recluidos" que siempre aparecían junto a la enorme vidriera donde se asomaban los visitantes, pese a que disponen de un inmenso recinto para correr y nadar: allí es donde reciben sus codiciados huesos y el cuidador les suministra los alimentos desde una caseta entre los árboles, encima de nuestro punto de observación. Esa noche aprendí que estos peligrosos felinos entran al agua de espaldas para poder seguir oteando el panorama a su alrededor, que el último tigre salvaje de Singapur fue cazado en 1932 y que los huesos de esta fiera son altamente cotizados en Indochina por sus supuestas propiedades medicinales. ¿Será por eso que en Cuba a una bebida alcohólica de dudosa composición química le llaman "hueso de tigre"? También supe que los tigres y los leones pueden cruzarse y sus hijos se llaman "tigón" o "liger", según sea la combinación de tigre con leona o tigresa con león; mas estas crías por lo general son estériles.

Seguimos caminando por el sendero y luego de cruzar un rústico puente colgante sobre la espesura, con un inigualable sabor a aventura, regresamos a la "civilización"... Atrás quedaba la jungla nocturna, los animales exóticos y el temerario Tigre de la Malasia con sus penetrantes ojos de brillo salvaje.

Noviembre del 2002