Saturday, March 10, 2001

LA NOCHE DE NOCHES - Rio 6

¡En breves minutos empezaremos a trasmitir en vivo para ustedes: “El Espectáculo más Grande la Tierra”!

Así anunciaban los locutores de O´Globo, la cadena de TV más grande del Brasil y una de las mayores del mundo, el inicio de "la noche de noches", el desfile final de las escuelas de samba en el Sambódromo de Río de Janeiro. Durante esa velada a los 185 millones de habitantes del Brasil, y potenciales televidentes de la Globo, se le sumaron millones de espectadores en todo el mundo para presenciar lo que, sin duda, es el desfile carnavalesco más bello del planeta.

El Sambódromo, obra del genial arquitecto brasileño Oscar Niemeyer (que además diseñó, entre otros, a Brasilia, la nueva capital del Brasil; la Casa de Latinoamérica de Sao Paulo, y el Museo de Arte Moderno de Río), es la sede de los desfiles de las escuelas de samba desde 1984 y fue construido de manera especial para este fin en un barrio humilde del centro de la ciudad, rodeado de favelas, pues es precisamente en los suburbios pobres de Río donde la samba tiene sus raíces más profundas.

Para la gente humilde de Río no solo "La vida es un carnaval", como dice la canción, sino que el carnaval es su vida. Durante el año entero ensayan en secreto las nuevas coreografías que serán montadas en esta "noche de noches" y ahorran con mucho sacrificio el dinero para comprar los costosos trajes de fantasía, que muchas veces sobrepasan el doble del salario medio de un brasileño.

El desfile es competitivo y consiste en las representaciones de las escuelas de samba que se dividen en dos grupos. En el primer grupo están las escuelas "normales", que se exhiben el viernes y el sábado por la noche. El segundo grupo es algo así como "las grandes ligas" del Carnaval carioca y está integrado por las mejores 14 escuelas de samba de Río, que desfilan el domingo o el Lunes de Rosas en un orden determinado por sorteo. Cada año, luego de la evaluación del jurado, las dos escuelas mejores del primer grupo pasan a las "grandes ligas" y reemplazan a las más rezagadas del segundo grupo. Así se mantiene la calidad y competitividad de las escuelas a lo largo de años, pues cada puesto alcanzado en cada carnaval debe ser defendido al año siguiente.

No es difícil adivinar el torbellino de pasiones que despierta esta competencia, comparable solo con el entusiasmo que los brasileños sienten por el fútbol. Quizás por eso la única vez que presencié una bronca en todo el Carnaval, fue cuando dieron los resultados finales de la reñida competencia. La escuela ganadora obtuvo 300 puntos (la nota máxima) con solo medio punto de ventaja con respecto a su rival más próximo.

Por supuesto que yo no me podía perder semejante acontecimiento, y con un poco de suerte, y mucho de dinero, conseguimos localidades para la noche final en el mejor de los sectores, precisamente frente a la cabina de transmisión de la O´Globo. Para tener una idea de los elevado del precio de las entradas, baste decir que costaron 350 R$ (reales) y un empleado brasileño gana unos 450 R$ (225 dólares) al mes. Pero si se tiene en cuenta que lo que la TV llama "El Espectáculo más Grande de la Tierra", es un desfile maratónico que dura desde las 9:00 de la noche hasta las 6:00 de la mañana, creo que la duración compensa el alto costo de los billetes.

Merecen ser vistas las 14 escuelas de samba durante las noches del domingo y del lunes del Carnaval ofreciendo un fabuloso y agotador desfile, que si no es el más grande del planeta, al menos es el más prolongado, pues dura 18 horas en total (9 cada noche), durante las cuales el público solo deja de bailar en el breve intermedio entre una escuela y otra. Sobre todo la noche del lunes es muy emotiva, por ser la noche final y por estar más latente la incógnita de cuál será la escuela ganadora. Es en esta "noche de noches" cuando el espíritu del Carnaval de Río alcanza su máximo esplendor.

Como ese día el transporte se torna imposible, nos fuimos al Sambódromo en el metro, acompañados de una oleada humana de espectadores y bailarines que llevaban sus trajes a cuestas, llenos de ilusiones con la presentación de su escuela en un día tan señalado. Otros participantes y visitantes hacían lo mismo en los buses del transporte urbano, en taxis o en cuanto objeto rodante circulara por la gran urbe a esas horas. Nos perdimos al salir del metro, por una dirección que nos dieron mal, y fuimos a parar exactamente a 5 kilómetros de nuestro objetivo. Pero este gran rodeo que tuvimos que dar, como una gigantesca carrera con obstáculos en medio de un mar de gentes, me permitió ver la otra cara del Carnaval.

Creo no exagerar si afirmo que en el Sambódromo y sus alrededores se agrupaba más de un millón de personas al comienzo del desfile. Esta enorme y espontánea muchedumbre abarcaba varios kilómetros. Y es que para los pobres, que no pueden pagar los altos precios de los trajes o las entradas al desfile, no hay mayor alegría en la vida que ver cómo se prepara "su" escuela para desfilar y observar, aunque sea desde lejos, "El Espectáculo más Grande la de Tierra”. En un puente que pasa cerca del Sambódromo y que permite ver gratis un privilegiado panorama del desfile, se aglutinaba la gente de pie desde la 6:00 de la tarde esperando el comienzo del show. Otros muchos se conglomeraban a lo largo de la avenida Presidente Vargas para ver cómo se organizaba el desfile o simplemente oír la samba desde lejos y bailar en medio de la calle. En otros lugares los cariocas oían, bailaban y cantaban su propia música, mientras que por doquier los vendedores ambulantes ofrecían incansables todo tipo de refrigerios y comestibles. Fuimos avanzando dentro de esa vorágine todo lo rápido que nos permitían nuestros pies (y el tumulto) para poder llegar, por fin, a nuestro sector del Sambódromo cuando el festejo recién comenzaba.

Frente a los 75 000 entusiasmados espectadores del Sambódromo y un jurado muy estricto, pasa cada escuela con una samba compuesta especialmente para la ocasión, que es cantada en vivo y hace referencia a un "enredo", el tema del desfile. Este año la energía, la caña de azúcar, los 7 pecados capitales, un estado de Brasil y un barrio de Río fueron algunos de los tópicos expuestos. El desfile está formado por varios grupos de baile llamados "alas", en los que todos los integrantes tienen trajes iguales; la "batería", con 500 percusionistas, una bella raihna (reina) al frente y hasta 8 "carros alegóricos" (¡Tirados por personas!), donde bailan las figuras más populares del Brasil y exhiben sus esculturales cuerpos las mundialmente famosas danzadoras cariocas.

Un "ala" muy especial son las "bahianas", cuyo nombre proviene de la ciudad brasileña de Bahía. En su mayoría, son mulatas de avanzada de edad (la más vieja tenía 86 años), quienes portan unos frondosos vestidos de copa que hacen lucir esplendorosamente mientras giran sobre sí mismas. Un lugar privilegiado y un alto honor tiene la pareja de porta-bandeira, en tanto el mestre-sala es el maestro de ceremonias y protector de la bandera de la escuela. Cada escuela prepara además una "sorpresa secreta" para impresionar al jurado, y dispone de 1 hora y 15 minutos para hacer sus evoluciones. ¡Ni un minuto más, ni un minuto menos, so pena de perder puntos!

Para preparar este desfile de hasta 5000 integrantes y que todos los participantes estén perfectamente coordinados es necesaria una enorme organización. Por eso las escuelas se mantienen activas durante todo año. En ellas aparecen las más populares estrellas de la sociedad brasileña, junto a los habitantes de las favelas más pobres, por lo que esta mezcla de ricos y pobres, jóvenes y viejos, negros y blancos bailando codo con codo, ha hecho que las escuelas de samba hayan pasado a ser no solo grandes instituciones culturales con gran influencia en la vida social de Río y de todo Brasil, sino también un ejemplo de belleza, fraternidad y tolerancia para el mundo.

El momento más triste de la noche fue cuando una "bahiana" se desmayó. Parece que lo pesado de su vestido de copa, el calor y el cansancio físico hicieron que la infeliz mujer se mareara dando las vueltas y cayera desfallecida al pavimento. Minutos después ya estaba recuperada; pero ese fue para ella el instante más amargo del Carnaval, no por el desmayo, sino por tener que quitarse el traje y no poder seguir desfilando. Un año de esfuerzos se veía truncado por la frustración y el desencanto de haberle ocasionado pérdida de puntos a su escuela.

El mejor bailarín del desfile no pertenecía a ninguna escuela de samba; era un barrendero de la brigada que limpiaba el pavimento entre una exhibición y otra. Fue bailando con escobillón y todo a lo largo del Sambódromo dando una demostración magistral de pura samba carioca, que fue premiada con una lluvia de aplausos desde las gradas. Este era el momento cumbre de "su" Carnaval y esa ovación representaba para él toda la gloria del mundo.

Igualmente me llamó la atención un vendedor ambulante, que a pesar de llevar sobre los hombros una pesada caja con hielo y refrescos, aun así se las arreglaba para tener una mano libre para agitar la bandera de "Mangueira", su escuela de samba favorita.

Cuando terminó de desfilar la última de las escuelas, ya el Sol alumbraba las colinas de las favelas en los alrededores del Sambódromo y la cima del Corcovado contrastaba con el cielo azul. Algunos fanáticos del Carnaval se quedaron en las zonas aledañas oyendo samba y conversando; pero la mayoría se retiraba lentamente a casa después de haber bailado casi 9 horas. Los turistas volvían a los hoteles en buses con aire acondicionado, los ricos regresaban en auto a sus exclusivos apartamentos, la mayoría del público regresábamos en el metro y en el transporte urbano, mientras que los desfilantes más pobres, convertidos por unas horas en reyes o reinas gracias a la magia del Carnaval, subían a pie, con lentitud, las laderas de las colinas de las favelas con sus trajes a cuestas. Pero TODOS, absolutamente TODOS, ricos y pobres, bailadores y espectadores, cariocas y visitantes, salían impactados de haber presenciado un festejo fabuloso. En especial, los cariocas iban a dormir para luego discutir con amigos, familiares y vecinos sobre cuál

fue la mejor escuela, hacer maquinaciones para el próximo desfile... y todavía despiertos seguir soñando con lo que, sin duda, es para ellos "El Espectáculo más Grande de la Tierra".

Marzo del 2001

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